Por todos es sabido que la cardioprotección es una tendencia que está en auge. El elevado número de muertes por paros cardíacos que se producen en entornos no hospitalarios ha hecho que las instituciones públicas tomen cartas en el asunto y destinen recursos a dotar de nuestras ciudades de aparatos desfibriladores. Las empresas privadas no se han quedado atrás y cada vez hay más espacios de trabajo cardioprotegidos.
Ahora bien, ¿qué sucede en el ámbito rural? Todos los estudios apuntan que un elemento clave en la cadena de supervivencia cosiste en aplicar una descarga eléctrica suministrada por un desfibrilador en el tiempo máximo de cinco minutos a contar desde que se detecta la parada cardiorrespiratoria. Si en el ámbito rural no encontramos un desfibrilador, ¿cuánto puede tardar en llegar una ambulancia?
José Manuel Galán es un policía jubilado que vive en la aldea Ourensana de San Paio do Carballal (Montederramo) y ha sido noticia porque ha comprado un desfibrilador para proteger a los siete vecinos que tiene ese núcleo rural. Vivía en un pueblo de Madrid y cuando se jubiló se retiró en este pueblo. “A la semana de llegar presencié el fallecimiento de la madre de mi vecina por un paro cardíaco”, comenta. También dice que “la ambulancia tarda mucho en llegar por las distancias y porque las calles del pueblo no están en buen estado». Van a señalizar en dónde han colocado el desfibrilador (en la casa de uno de los vecinos) por sin algún visitante que se encuentre de paso por el pueblo lo necesita. Se lamenta de que, en el pueblo más grande de la zona, en donde está el Centro de Salud, tampoco cuente con uno de estos aparatos.
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